Pasado
el día que adquieres tu nueva moto, perdido en el recuerdo, entre kilómetros,
birras y buenos momentos. Atrás quedó el
momento de comenzar a personalizar su estética y convertirla en tu seña de identidad, extensión de tu ser,
arcón de recuerdos y experiencias. Hoy
llegó el momento de dar un paso más. De dar vida y energía a esa parte de ti.
De hacer sentir los caballos de verdad, hacer rugir y respirar ese motor que
mueve tu vida.
Un filtro de alto rendimiento, carburación ,
escapes…Eso te hace recordar viejos
tiempos de puchetas, diablos y aceite quemado. De recordar a Martín, intentando estar a la altura con su
Antorcha ; de Alberto, luciendo su Cóndor con el pistón limado , exprimiendo
con mimo su motor…De compañerismo , de tú aprieta con la llave y yo lo aguanto
, de camaradería, de no tener que pedir
perdón por nada, de solidaridad , porque éso es ser amigos, de respeto , de
saber que hay alguien a tu lado aunque
no lo veas…
Eso que le da sentido a las cosas y a tu
vida, que te hace soportable este mundo , que te hace mandar al carajo a ese
mingafría que se mofa de los cambios hechos a tu burra , del tiempo y dinero
invertidos , de lo que ello significa. LLamándole “ hierro”, mientras se monta
en su deportivo último modelo o en su motocicleta nueva , virgen, recién
lavadita y sin un arañazo, con el esplendor que da el tenerla en el garaje
guardadita todo el año, a la espera de usarla un día para
ir a tomar una ración de calamares .
Sí,
HIERRO, efectivamente. Ese hierro forjado a fuego lento, maleado con cariño ,
con esfuerzo, en compañía de los míos , con orgullo, con imaginación, con creatividad y
pasión. Algo que jamás llegarás a entender, montado en ese artefacto que ya se
te quedó obsoleto cuando lo adquiriste a golpe de talonario. Ya no serás
“cool”, ni estarás “ in”, en ese mundo tuyo de superficialidad y egoísmo, vacuo
, materialista y estúpido, en el que llamas hermano a un tipo que tan sólo
comparte tu apellido y al que odias…